La Argentina y el cambio climático
Este informe sintetiza la posición
de la Fundación Hábitat & Desarrollo en la temática
de Cambio Climático y su impacto sobre la Argentina.
Autor: Fernando Ardura, Fundación
Hábitat & Desarrollo
El cambio climático global y sus impactos
sobre el clima regional
La capacidad para absorber o mitigar los efectos de cambios climáticos
está estrechamente relacionada con el conocimiento que se
posee del clima, sus variabilidades y tendencias (a nivel global
y regional), y de los impactos de éstas sobre las distintas
actividades humanas.
Ese conocimiento debe ser exhaustivo sobre nuestro país,
pero también, aunque en menor grado, sobre Sudamérica
y otras regiones del planeta. Como parte de estos estudios, pueden
elaborarse mapas a escala nacional de riesgo de anomalías
extremas de variables climáticas tales como: precipitación,
temperatura, heliofanía, viento, humedad del aire y del suelo.
La Argentina es una de las regiones del mundo que
ha presentado mayores variaciones climáticas en el siglo
XX:
· se registró un significativo aumento de la temperatura
de superficie en la Patagonia e islas del Atlántico sur.
Al norte de los 40°S (latitud de Viedma) las tendencias positivas
de temperatura fueron menores y sólo perceptibles a partir
de los últimos 40 años. En contraste, allí
se registró un importante aumento de la precipitación
desde las décadas de los 60 y 70;
· en el núcleo productivo de la Pampa Húmeda,
el incremento fue superior en un 30% a los valores observados durante
la década del 50. Como consecuencia, se produjo una expansión
de la frontera agropecuaria hacia el oeste, ganándose para
la actividad agrícola alrededor de 100.000 kilómetros
cuadrados. Este cambio produjo un enorme impacto en las economías
regionales de la zona semiárida y sub-húmeda desde
La Pampa hasta Santiago del Estero.
No se puede descartar que dicho cambio esté
asociado al simultáneo calentamiento de las altas latitudes
del Hemisferio Sur, ni que éste sea una consecuencia del
aumento del efecto invernadero. En los últimos años
se ha producido un calentamiento de las latitudes medias del Hemisferio
Sur que puede contrapesar las tendencias del aumento de la precipitación
y aumentar la vulnerabilidad de nuestra sociedad.
Vulnerabilidad y cambio climático regional
Los resultados de tres estudios de vulnerabilidad a eventuales cambios
climáticos, a saber: sobre la producción agrícola
en la región pampeana, sobre la zona costera atlántica,
y sobre los oasis del centro-oeste, muestran la gravedad del problema
en lo referente a nuestro territorio.
a) producción agrícola en la región
pampeana. En este estudio se evaluó el impacto de diferentes
escenarios climáticos (hipotéticos), sobre la producción
de cultivos anuales (trigo, maíz, girasol y soja) y forrajeras
en la región pampeana. Los escenarios climáticos se
obtuvieron mediante variaciones de temperatura y precipitación,
considerando dos concentraciones atmosféricas de CO2. La
producción de los cultivos se evaluó con modelos matemáticos
que simulan el desarrollo y crecimiento de las especies ante variaciones
del ambiente. Los resultados muestran que, como consecuencia del
calentamiento global, pueden producirse cambios importantes en los
regímenes térmico e hídrico de diferentes sub-regiones
de nuestro país. Sin embargo, debido a la extensión
de nuestra área productiva, a la diversidad de granos que
se cultivan y al incremento pronosticado en la concentración
de dióxido de carbono, la producción nacional de granos
no sería seriamente dañada. Por otro lado, la capacidad
productiva de los suelos se vería más afectada por
el sistema de labranza que por los cambios proyectados en el clima.
No obstante, el cambio reciente en los sistemas de producción
(incremento en el uso de insumos y reducción de las técnicas
de labranza) podría alterar el balance de gases con efecto
invernadero (CO2 y N2O) por lo cual será necesario reevaluar
la vulnerabilidad de estos sistemas, así como las posibles
estrategias de adaptación para la frontera agrícola.
b) zona costera atlántica. La vulnerabilidad
al ascenso del nivel del mar sería sólo importante
en la Bahía de Samborombón y en las islas de la costa
bonaerense entre Bahía Blanca y la desembocadura del río
Colorado. Pero también habría que tener en cuenta
las consecuencias negativas que podría originar este aumento
en el drenaje de la cuenca del Salado en la provincia de Buenos
Aires, así como el impacto en la costa del Río de
la Plata y en el delta del Paraná en situaciones de tormentas,
dada la importante concentración de actividades humanas que
se realizan en esos lugares.
c) región de los Oasis del Centro-Oeste (Cuyo).
Este estudio pone en evidencia la necesidad de conocer mejor la
variabilidad climática y el cambio climático en la
región, a fin de morigerar los posibles impactos negativos.
Se sabe que la ocurrencia de los sucesos llamados "El Niño"
y "La Niña" (que son fases opuestas de un mismo
fenómeno de variabilidad climática global en el océano
Pacífico) incide marcadamente sobre las nevadas en la Cordillera.
Durante el fenómeno "El Niño" las nevadas
invernales son generalmente copiosas, mientras que en un año
"Niña" sucede lo contrario. El cambio climático
global parecería estar modificando la frecuencia y/o intensidad
de esos sucesos, así como aumentar la evapo-transpiración.
A su vez, la disponibilidad de agua en los ríos cordilleranos,
que posibilitan el desarrollo de los Oasis del Centro-Oeste del
país, depende de la fusión de la nieve acumulada en
la Cordillera, y es esencial en la vida económica de éstos,
basada en producciones frutihortícolas bajo regadío.
El desarrollo de estrategias de adaptación
Cuanto antes se adecue la legislación y el ordenamiento ambiental
a un cambio detectado en el clima, menor será el impacto
a sufrir. Un ejemplo de ello es la planificación urbana que
debería hacerse en las poblaciones costeras de los ríos
Paraná y Uruguay y sus afluentes ante el aumento de los caudales
registrado en las últimas décadas, debido al incremento
en las precipitaciones en el sur de Brasil y en Paraguay. Otro ejemplo
es el de la zona costera Atlántica, para la cual se recomienda
un retroceso planificado en las áreas que se inundarán,
lo que implica medidas de expropiación de tierras y de limitación
de asentamientos.
Asimismo, se podrían dar o quitar incentivos
fiscales en una región donde el clima está cambiando,
para adecuarse a la situación futura; o legislar sobre el
uso del suelo teniendo en cuenta mapas de riesgo de inundación
bajo el clima actual. Estos mapas deberían hacerse, al menos,
en todo el litoral, en la pampa deprimida y en zonas urbanas.
En síntesis, deberían elaborarse estrategias
de adaptación teniendo en cuenta los cambios acaecidos, y
las proyecciones probables del clima y su variabilidad. Los estudios
de este tipo ya han comenzado y deben realizarse tanto en el ámbito
público como en el privado, desde el nivel nacional hasta
el municipal.
El aporte argentino para prevenir el cambio climático
Hay dos formas básicas de mitigación de Gases de Efecto
Invernadero (GEI): reducción de fuentes (elementos de emisión
de GEI, por ejemplo, motores de combustión) y aumento o preservación
de sumideros (elementos de absorción de GEI, por ejemplo,
bosques). Ambas han sido consideradas en Argentina, para lo cual
se ha comenzado por el inventario de emisiones y el análisis
de los sumideros de GEI en la Primera Comunicación Nacional
a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio
Climático.
La contribución de las emisiones de CO2 al
calentamiento atmosférico es, a nivel mundial, de aproximadamente
el 60% del total ocasionado por todos los GEI. A nivel nacional,
esta contribución podría ser levemente superior. Esto
indica claramente que la causa principal del efecto invernadero
atribuible a la actual civilización humana está dada
por la quema de combustibles fósiles (carbón, derivados
del petróleo y gas) cuyo producto final es el gas mencionado.
En nuestro país, más allá de
sus últimas carencias de inversión, el sector de generación
de energía eléctrica es relativamente moderno y eficiente
en su componente térmica, con una alta participación
hídrica y una modesta pero significativa nuclear.
Las emisiones de metano constituyen, a nivel nacional,
la segunda contribución en orden de importancia. Se producen
mediante la fermentación entérica que tiene lugar
en el aparato digestivo de vacunos, equinos, asnos, cabras y ovejas,
y, en menor medida, a partir de los excrementos de los animales.
Estos procesos aportan alrededor del 90% del metano emitido en el
país. Otros aportes de menor importancia se producen en los
rellenos sanitarios hechos con residuos domiciliarios, en los cultivos
de arroz, y en las fugas de gas natural (que está compuesto
mayoritariamente por metano) en sus etapas de extracción
y distribución.
El óxido nitroso emitido a partir de los
fertilizantes agrícolas, del cultivo de leguminosas y de
la producción industrial, ocupa el tercer lugar a nivel nacional.
Los gases usados en los sistemas de refrigeración
y aire acondicionado tienen un peso significativo en la contribución
mundial y nacional al calentamiento atmosférico, aun cuando
no han sido cuantificados en nuestro país.
Tecnologías disponibles y acciones
necesarias
Los sectores económicos involucrados en esta problemática
son: el de producción y suministro de energía; el
de transporte; el industrial; el de tratamiento de residuos domiciliarios;
el agropecuario; y el de edificios residenciales, comerciales e
institucionales.
· Producción y suministro de energía. La generación
de electricidad es la que concentra los mayores consumos de combustible
dentro del sector energético. En este caso, las opciones
de mitigación no pueden basarse en una mejora de la eficiencia
energética, habida cuenta del alto rendimiento que tendrán
en el futuro las centrales térmicas convencionales (que consumen
combustibles fósiles), sino en la disminución de emisiones
de GEI, de modo que energías limpias (como la eólica,
la solar o la hidroeléctrica), tengan oportunidades de competir
en el mercado eléctrico. Una fracción importante de
las inversiones para el crecimiento futuro de la generación
de electricidad deberían hacerse sin emisiones adicionales,
utilizando las energías no convencionales, fundamentalmente
eólica, cuya disponibilidad y calidad es excepcional en buena
parte del territorio nacional.
· Transporte. La mitigación supone
un cambio importante en las políticas de transporte de pasajeros
y cargas, afectando las participación de los modos y medios
de transporte. Ello implica: 1) nuevas medidas de organización
del tránsito (ampliación y mejoramiento de redes carreteras,
ampliación del sistema de trenes elevados y subterráneos,
limitación de circulación de vehículos particulares
en parte del radio urbano, entre otras); 2) sustitución por
modos de transporte más limpios (transporte público
en reemplazo de automóviles, ferrocarril en lugar de camiones
en el transporte de cargas, tranvías y subterráneos
en reemplazo de ómnibus urbanos que utilizan combustibles
fósiles); 3) sustitución entre fuentes emisoras (promoción
de fuentes móviles menos emisoras, como el GNC y disminución
de la antigüedad del parque automotor, de modo de disminuir
su consumo específico medi); y 4) profundización de
mejoras técnicas en los vehículos (desarrollo de motores
menos contaminantes, difusión de los biocombustibles, como
el alcohol y el biodiésel).
· Industria. La reducción puede lograrse mediante
la adopción de tecnologías más limpias (que
generan menos GEI o sus precursores como efluentes de sus procesos)
y el uso más eficiente de la energía consumida. Un
ejemplo de esto último es la cogeneración (la generación
de dos formas de energía utilizables, por ejemplo calor y
electricidad simultáneamente). De este modo se utiliza la
energía que anteriormente se disipaba.
· Tratamiento de residuos domiciliarios. El gas metano que
se produce en los rellenos sanitarios puede mitigarse en gran medida
reduciendo la masa de los mismos, mediante la clasificación
y reciclado de la basura. Asimismo, el metano de los basurales puede
colectarse mediante la instalación de un sistema de pozos
de captación y tuberías de conducción.
· Sector agropecuario. La reducción de emisiones de
GEI puede lograrse mediante la adopción de nuevas tecnologías.
Por ejemplo, los métodos tradicionales de labranza del suelo
(arado de reja) causan la pérdida hacia la atmósfera
de carbono retenido en el suelo. El cambio a siembra directa contribuye
grandemente a reducir dicha pérdida. Existen líneas
de trabajo que apuntan a modificar la digestibilidad de las pasturas
por parte del ganado reduciendo no sólo las emisiones de
metano sino también aumentando los rendimientos de carne
y/o leche.
· Edificios residenciales, comerciales e institucionales.
La mitigación de emisiones de GEI en edificios puede lograrse
mediante la adopción de tecnologías destinadas, por
un lado, a reducir el consumo de energía por los equipos
(electrodomésticos, sistemas de calefacción y refrigeración,
alumbrado, equipo de oficina); y, por el otro, a reducir las pérdidas
de energía de calefacción y refrigeración.
Mejorar y ampliar los sumideros de GEI
El objetivo es aumentar la actividad fotosintética,
mediante la cual se absorbe el dióxido de carbono atmosférico
en las hojas, que luego es usado en la producción de materia
vegetal.
Dicho aumento puede lograrse mediante acciones en el sector forestal
(protegiendo el bosque nativo y promoviendo la forestación
industrial en tierras aptas); generando nuevas áreas verdes
mediante la expansión de los oasis bajo riego en zonas áridas
y aumentando la densidad de biomasa por medio de un mejor aprovechamiento
del agua disponible para riego. El cambio de uso del suelo y el
manejo de los bosques nativos y cultivados contribuyen en forma
muy significativa a la absorción del dióxido de carbono,
pero requieren estudios del ciclo del carbono y la evaluación
de la biomasa existente en los distintos tipos de ambientes.
Instrumentos jurídicos adoptados por
Argentina
La República Argentina firmó y ratificó la
Convención de Cambio Climático, la Convención
de Desertificación y adhiere al Protocolo de Kyoto.
Actualmente, la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable,
que depende del Ministerio de Salud Pública de la Nación,
está elaborando la Estrategia Nacional de Mitigación
del Cambio Climático, en un proceso de concertación
con las provincias, los sectores de la energía y la producción,
y la sociedad civil, en el marco de una donación del Fondo
del Medio Ambiente Mundial (GEF).
Este documento se reproduce con autorización
de la Fundación Hábitat & Desarrollo.
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