Naturaleza y Bicentenario
Por Michel H. Thibaud (*)
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En la tercera centuria de la Argentina, nuestra
Naturaleza constituye una fuente de recursos inagotable si
sabemos conjugar las fuerzas de la inteligencia, el trabajo
y la tecnología para utilizarla en pos del desarrollo
sustentable.
A comienzos del 1800, nuestros antepasados tuvieron la valentía de enfrentar
a uno de los países más fuertes del mundo para obtener la libertad.
Así, en los cien años subsiguientes alcanzamos los primeros lugares
en el desarrollo mundial, sobre la base de nuestra pródiga naturaleza.
Referirnos a la centuria pasada, la que nosotros conocemos, sería reiterativo,
ya que múltiples informes se han realizado sobre tan curioso descenso
de una sociedad que fuera próspera. Caímos en el contexto mundial,
perdiendo además la credibilidad, la seguridad jurídica y casi
toda la institucionalidad. ¿No será porque le dimos la espalda
a la naturaleza, pretendiendo copiar otras culturas, ignorando nuestra idiosincrasia
y desestimando las ventajas competitivas que nos brinda?
Comenzamos esta tercera centuria casi sin nada, cuando lo tuvimos todo: con
una deuda impagable, con el sector productivo descapitalizado, sin credibilidad
en nosotros mismos ni por parte de terceros. Tampoco tenemos un proyecto común,
y nos es muy difícil lograr elementales acuerdos de convivencia. Nuestros
administradores han perdido la vocación de servicio, sirviéndose
muchas veces de la cosa común.
Quienes nos concibieron como país tampoco
tenían bienes materiales, ni importantes capitales para
invertir. Sólo pusieron en marcha un proceso con un
horizonte claro, un fuerte compromiso personal y una institucionalidad
generadora de confianza. En definitiva, pusieron al servicio
de la Argentina su honestidad -tanto material como intelectual-,
su voluntad, su trabajo y su perseverancia para hacer un país
grande, logrando su cometido en menos de una centuria.
A pesar de nuestras desdichas, la Argentina aún cuenta con la "fuente
de todas las riquezas": su tierra fértil, un clima benigno y agua
suficiente. La naturaleza, por cierto castigada por erradas decisiones nuestras
-políticas y/o económicas-, puede todavía aportar lo requerido
para hacernos volver a los primeros lugares en el contexto mundial, como se
demostrara hace un par de años.
Sin embargo, somos nosotros, los argentinos, quienes debemos comprender cómo
se mueven y articulan estas variables económicas, sociales y ambientales.
En primer término, consideremos que el único sector "productivo" -sin
desmerecer a nadie- es aquel que, utilizando la combinación de energía
solar, nutrientes del suelo, agua de lluvia y biodiversidad, crea materia "nueva" y
abundante. De una semilla, a veces de tamaño insignificante, se logra
una multiplicación por miles: por ejemplo, de 100 kg de semillas de
trigo se obtienen más de 5 toneladas de cereal. No es una transformación
de materias primas en otras elaboradas, sino que a diferencia de otras actividades,
la naturaleza nos ayuda a obtener materias nuevas -antes inexistentes- a través
del proceso biológico. Proceso que no es casual, aleatorio o efecto
de la "suerte". Es consecuencia del conocimiento tecnológico
aplicado a las fuerzas de la naturaleza, con inversión, trabajo y perseverancia.
En segundo término, no olvidemos que nos condicionan los tiempos biológicos.
El trigo tarda seis meses en madurar, un ternero requiere nueve meses de gestación
y por lo menos 18 meses adicionales de crecimiento, y plazos más extensos
son necesarios para actividades frutícolas y/o forestales. No hay manera
de reducir estos lapsos, por más que finanzas o administradores lo exijan.
En tercer término, la fertilidad extraída de la Naturaleza debe
ser restituida. A través de períodos de descanso, con fertilizantes,
con rotación de cultivos, con pastoreo de animales o con una combinación
de ellas. Si no invertimos y le devolvemos al suelo lo que le hemos quitado,
agotaremos un recurso que bien administrado es renovable "ilimitadamente".
En realidad estaríamos "matando a la gallina de los huevos de oro".
Fuerza
de ley
No se puede hacer lo que se quiere, sino lo que la naturaleza nos permite
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En el Siglo XXI, deberíamos comprender
que existen condicionamientos insalvables para obtener nuestra
fuente de energía biológica: los alimentos. El
agua, el sol y los lapsos naturales -no controlables por los
hombres- se convierten en variables inamovibles, mandatarias
sobre las decisiones económicas, políticas y
sociales. No podemos hacer lo que queremos, sino lo que la
Naturaleza nos permite.
Cada región tiene sus propias potencialidades, razón por la cual
no se puede extraer de ellas más de lo que pueden dar. Si insistimos,
ignorando las más elementales reglas de la naturaleza, estaremos viviendo
del "capital" y no de los "intereses", en un camino sin
retorno hacia la esterilidad del recurso suelo.
Para ello debemos abandonar prácticas políticas y económicas
que se sirven de la naturaleza como recurso fiscal. Imponer excesivas cargas
tributarias a la producción de bienes naturales implica, indirectamente,
extraer más de lo que la tierra puede dar, impidiendo reponer la fertilidad.
Los agentes económicos, obligados a reducir sus costos, deteriorarán
el recurso, resignados, en un camino cierto hacia el agotamiento de la tierra.
En nuestro territorio aún quedan importantes recursos naturales para
incorporarlos a la actividad productiva y contamos con la capacidad humana
para ponerlos en marcha en forma sustentable. Es nuestro principal capital
para comenzar la tercera centuria.
Camino sin retorno
Si ignoramos la naturaleza, iremos hacia la esterilidad del recurso
suelo
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A diferencia de otros países, donde la
naturaleza seguramente juega papeles secundarios, en la Argentina
constituye nuestro recurso fundamental. Es la multiplicadora
de todas las actividades de la economía, como se demostró en
los últimos años.
Está en nuestras manos darle la importancia que se merece, permitiéndole
asumir una actitud proactiva que potencie las energías del trabajo y
el capital, con inteligencia y tecnología -sin descuidar la conservación
sustentable del recurso- para que logremos, en esta nueva centuria, volver
al lugar que abandonamos.
(*) Director de la SRA, Coordinador del Comité de Medio
Ambiente y Director del Grupo Argentina Ambiental.com
Fuente: Diario Clarín Suplemento Rural
Fecha: 14-03-2010
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