Trato de hacer una comparación
entre el cigarrillo y el corazón.
Nada de igual parecen tener,
aunque yo una semejanza le puedo ver.
Del fuego ambos necesitan tener
aunque el cigarrillo por eso se puede consumir,
el corazón no para de vivir.
Si bien el corazón crece con calor,
a veces también le causa desazón.
Es decir cuando el fuego cerca lo tiene
al corazón nada lo detiene.
Pero cuando a él se lo pierde
al corazón le causa un quiebre.
Ahí vuelve la semejanza
ambos pierden la esperanza.
Mientras se consumen
su vida se destruye.
Eso es lo que me ocurre.
Mientras le doy fuego al cigarrillo
mi corazón también comienza a perder brillo.
Tomás Thibaud
2 de septiembre de 2002