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EL DEFICIT ENERGETICO COMPLICA EL FUTURO PRODUCTIVO
POR DANIEL GUSTAVO MONTAMAT (*)
Nos estamos comiendo las reservas
de petróleo,
gas y electricidad, al ritmo del crecimiento de la demanda
de energía, y no estamos invirtiendo lo suficiente
para reponerlas. Disminuyen las exportaciones en este campo
y aumentan las importaciones. Vamos camino a la pérdida
del autoabastecimiento energético en un escenario
mundial de energía cara e insegura. Tenemos un problema
integral que afecta al mercado del petróleo y derivados,
del gas natural y de la electricidad.
Gravedad
1) Ya somos importadores netos de gasoil y vamos camino a
importar crudos livianos. El petróleo y sus derivados
son bienes transables. Se consiguen en el mercado pero
a los precios internacionales más el transporte
hasta estas latitudes. Vía retenciones y controles,
los precios del mercado doméstico
están divorciados de los internacionales, pero cuando tenemos
que importar, las referencias internacionales a las que les cerramos
la puerta
se nos meten
por la ventana.
2) El sistema eléctrico opera en el límite.
Durante el invierno hubo cortes durante setenta días
(de junio a fines de agosto), porque la demanda de potencia
eléctrica (19.000 MW) superó la oferta de
potencia disponible (17.000/18.000 MW). La falta de potencia de generación
se resuelve en relativo corto plazo incorporando nuevas unidades térmicas
al parque generador si hubiera disponibilidad de gas natural.
3) El mayor problema energético de la argentina es
la escasez de gas natural. Dependemos en un 50% del gas natural
en el consumo de energía primaria
y 50% de la electricidad es generada a partir de este energético.
Hemos sobreexplotado las reservas probadas de gas natural y la producción
declina en los yacimientos más importantes. La herramienta del
corte a Chile ya no nos deja margen, y el abastecimiento desde Bolivia
se ha vuelto caro e inseguro
(tenemos prioridad tres, luego del mercado doméstico boliviano
y de Brasil).
Impactos
Mientras tanto, la crisis energética impacta en la economía real
y en las cuentas nacionales. La industria energética representa entre
el 5 y el 6 % del valor agregado. Pero si funciona mal ese 5% hay problemas
para generar el 95% restante del producto.
1) Impacto en la economía real:
a. Las restricciones energéticas frenaron el crecimiento industrial. Los
70 días de restricciones le han costado a la producción industrial
una caída de alrededor de 1.4 puntos respecto de la tasa de expansión
que se proyectaba para el sector en el 2007. Este es el daño emergente
de la crisis energética (un estudio de Abel Viglione calcula la pérdida
en 532 millones de dólares).
b. Las restricciones energéticas son también disuasivas de nuevas
inversiones reproductivas en los más diversos sectores productivos. Quien
decide ampliar su planta o construir una planta nueva no puede tener dudas del
aprovisionamiento energético y su costo. Este es el efecto
lucro cesante de la crisis energética.
2) Impacto sobre las cuentas públicas y externas (“superávit
gemelos”)
a. Los subsidios energéticos directos con impacto presupuestario, (algunos
disimulados en los fondos fiduciarios) se elevan este año a 5.000 millones
de dólares. Crecen exponencialmente y debilitan
la necesaria robustez de las cuentas fiscales.
b. Pero hay subsidios indirectos, por ahora sin impacto
presupuestario, pero que pueden llegar a tenerlo. Son
los subsidios por transferencia
de renta
de la cadena de valor de los hidrocarburos al consumidor
(petróleo, derivados
y gas natural), a través de precios internos divorciados de las referencias
internacionales. Suman entre 8.000 y 9.000 MM US$. Mientras la renta se genere
en la Argentina, los subsidios indirectos no tienen costo fiscal. Si hay que
importar petróleo, gas y productos y se quiere sostener la política
de precios, el subsidio indirecto se transforma en directo. El Tesoro (es decir,
los contribuyentes de impuestos), debe pagar la diferencia. A su vez, el Tesoro
pierde ingresos por disminución de las retenciones que ocasiona la caída
de las exportaciones.
c. En el 2006, el saldo positivo de la balanza comercial
energética de
US$ 5.800 millones representó el 47% del saldo de la balanza comercial
total del país. Este año, en Julio, por primera vez desde 1990,
hubo un saldo negativo de 23 millones de US$ en el balance comercial energético
(petróleo, gas y electricidad). En agosto el déficit se elevó a
96 millones de US$. El resultado anual seguirá siendo positivo pero muy
inferior que el del año anterior. Si se da vuelta la balanza comercial
energética perdemos dólares de exportación y tenemos que
usar dólares para importar.
Propuesta
Para superar la crisis energética hay que trabajar con una estrategia
de largo plazo, dar certidumbre en un conjunto de reglas e instituciones que
el sector tiene pendientes, y asumir el costo político de recomponer los
precios y tarifas de la canasta energética.
Desde que publicamos el Indice Monitor de Precios de la Energía (IMPE)
la distorsión de los precios de la canasta energética argentina
respecto a la canasta energética promedio de la región aumentó de
0.58 a 0.64. En mayo de 2006 la canasta promedio regional que costaba en valor
simbólico 1$, en la Argentina se compraba a 42 centavos; hoy, la misma
canasta de 1$ aquí cuesta 36 centavos.
El mecanismo de subsidios cruzados que ha permitido evitar costos
políticos
entre los consumidores residenciales, además de injusto, ya no ofrece
márgenes. Los subsidios han beneficiado más a los ricos que a los
pobres. El postergado reajuste de precios y tarifas deberá ser complementado
con mecanismos que promuevan la eficiencia energética. El ahorro y la
eficiencia en el uso de la energía, además de las ventajas ambientales,
reducen los montos de inversión que requiere la recomposición
de las reservas en los distintos segmentos.
En el Plan para superar la crisis hay una serie de medidas puntuales
cuya prioridad es función de los plazos:
Corto plazo: Se debe trabajar por el lado de la demanda. Se
necesita promover un ahorro que involucre a todos los sectores,
pero a partir
de otras señales
de precios y con el diseño de la tarifa social para proteger a los consumidores
más vulnerables al ajuste.
Hay que lanzar un Programa de eficiencia energética, que fije la obligatoriedad
de etiquetar en la venta a las heladeras nuevas, las lámparas de bajo
consumo y los nuevos equipos acondicionadores de aire en función del consumo
energético.
Por el lado de la oferta, la prioridad es ampliar la capacidad
del gasoducto del Sur y del gasoducto existente con Bolivia.
Antes de
lanzar el nuevo
gasoducto GNEA, se debe renegociar con Bolivia una cláusula
Delivery or Pay (entregue o pague), para asegurarse el desarrollo
de las reservas.
También se necesita incentivar el desarrollo de reservas probables en
la Argentina con la recomposición de precios en boca de pozo. Por otro
lado, hay que renegociar los contratos con los segmentos regulados de transporte
y distribución de gas y electricidad, con una recomposición tarifaria,
y restablecer la regla de que quien opera el sistema invierte en las ampliaciones.
Los fideicomisos quedan como mecanismos de excepción.
También, es necesario volver a otorgarles autonomía a los organismos
de regulación sectorial y restituir el funcionamiento de los marcos regulatorios
de gas y electricidad con las adecuaciones al nuevo marco regulatorio de los
servicios públicos.
Mediano plazo: Se debe implementar un Plan exploratorio con
los incentivos del régimen minero y sin la intervención
forzada de ENARSA. También
hay que concretar el lanzamiento de Corpus en acuerdo con
Brasil y Paraguay. Por otra parte, se debe promover el
desarrollo de emprendimientos de microgeneración
hidráulica, de los biocombustibles, de los proyectos
de energía
eólica y consolidar el acervo nuclear.
Largo Plazo: Es necesario recrear las condiciones para
avanzar en la integración
energética regional con miras a la consolidación de un mercado
regional de energía.
Colofón: ¿No habrá llegado el tiempo de que la estrategia
energética pase a integrar un núcleo de coincidencias básicas?
En tal caso, el plan energético debe ser un capítulo de un proyecto
argentino de desarrollo económico y social.
(*) Daniel Montamat es Economista y Experto en Energía. Fue secretario
de Energía y presidente de YPF. Es Autor del libro: “La energía
argentina: otra víctima del desarrollo ausente”.
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