Reportaje a José A. David, Líder
de Proyecto en Responsabilidad Corporativa & Sustentabilidad
de Deloitte LATCO
"Ser
responsables con el cuidado del ambiente debería ser considerado como una decisión
estratégica para la supervivencia del propio negocio"
David es Licenciado en Ecología
y Gestión de Áreas Naturales, egresado de Texas
A&M University, cursó estudios de postgrado
en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA)
en Dirección Estratégica y Tecnológica.
Actualmente, se desempeña como Líder de Proyecto
en Responsabilidad Corporativa & Sustentabilidad de Deloitte
LATCO - Latin America Countries Organization.
¿Cómo
te iniciaste en los temas de medioambiente?
Estudié una licenciatura en Ecología
y Gestión de Áreas Naturales. ¿Cómo es que estás en una empresa de
auditoría contable?
Te cuento primero, cómo llego a la licenciatura
y eso explica bastante cómo termino aquí.
Inicié mi carrera estudiando Técnico en
Producción
Agropecuaria y apenas comencé a cursar, en la
revista del Centro de Estudiantes –Revista Mateando– de
la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Católica
Argentina, un profesor había escrito un artículo
que se titulaba: “La producción agropecuaria
y los recursos naturales”. Llevaba muy pocos
meses en la carrera y fue leer ese artículo que
cambio completamente mi realidad estudiantil y obviamente
mi futuro
profesional. Al día siguiente estaba reunido con
el profesor para pedirle por favor que me iniciara en
estos temas, así que mientras cursaba la carrera
de Técnico
en Producción Agropecuaria, y veía la parte
productiva, con éste profesor me formaba en todo lo que
tenía que ver con desarrollo sostenible.
El Ingeniero Luis Verde, que lamentablemente falleció hace
un par de años, fue mi mentor en estos temas.
Estoy hablando del año 1998. Quería seguir
estudiando así que con ayuda de la Universidad
Católica
y a través de un convenio de buena relación
con Texas A&M University, salté a los Estados
Unidos para hacer una Licenciatura en Ecología
y Gestión de Áreas Naturales. Me recibí y
volví al país donde comencé a trabajar
en una consultora ambiental. Después trabajé en
una consultora agropecuaria, luego estuve en un start-up de
bonos de carbono durante dos años y finalmente
trabajé el año pasado, 2009, como consultor
independiente. A principios de este año, apareció la
oportunidad de sumarme a Deloitte, donde me convocaron
a una entrevista,
me interesó el proyecto y el desafío que
involucraba pertenecer a una de las mayores empresas
consultoras del mundo, para desarrollar el servicio de
responsabilidad
corporativa y sustentabilidad, y acá estoy.
Así fue como me inicié en los temas ambientales.
Después hice un postgrado en el Instituto Tecnológico
de Buenos Aires, porque quería adquirir conocimientos
de Dirección de Empresas.
¿Un postgrado en qué hiciste?
Hice un postgrado en Dirección Estratégica
y Tecnológica. El tema ambiental está muy
ligado a cuestiones tecnológicas. Allí tomé la
orientación en servicios, sin pensar que iba a terminar
trabajando para una organización profesional de
servicios, simplemente porque asocié el tema ambiental
como un servicio que se brinda a las empresas o a organizaciones
públicas y del tercer sector.
Vos que estás dando estos servicios y tenés
contacto directo con las empresas ¿cómo ves
la evolución que ha tenido el sector empresario
en la asunción de estos temas dentro de su esquema
de decisiones?
Creo que hoy, a diferencia de hace una década
o más, para la alta dirección de las
empresas, el tema o está instalándose
o ya está instalado.
Por momentos siento que hay bastante desconocimiento,
se mezcla bajo el mismo paraguas: responsabilidad social
corporativa,
desarrollo sostenible, cambio climático, etc.
Como que no hay una claridad, a veces, sobre los temas
y qué puede
hacer cada uno desde la organización y el puesto
que ocupa. Pero, sin lugar a dudas el tema se está instalando
a una velocidad bastante interesante, sobre todo por
el apoyo de los medios de comunicación. Hace
algunos años un desastre natural o algún
desastre ecológico provocado por el hombre no
tenía
la cobertura mediática que tiene ahora. Basta
abrir el diario y encontrás noticias de todo tipo y
color. El
derrame de petróleo en el Golfo, un parque eólico
que se está armando en la provincia de Córdoba,
el seguro ambiental, o sea, son múltiples los
temas ambientales que tienen presencia mediática
y eso es bueno.
Con respecto al tema de cambio climático ¿cómo
ves que está tomando importancia dentro del
sector empresario? Es decir, ¿si es una cuestión
que la toman realmente como parte de sus decisiones
estratégicas
o es algo que lo tienen ahí como una moda
o como algo que tienen que tratar porque hay presiones
fuera
de la empresa?
Hay una mezcla de ambas cosas. Hay empresas que
por tener sus casas matrices en el exterior se les
baja un
lineamiento o mandato sobre comenzar con el desarrollo
de estrategias vinculadas al cambio climático,
a medir la huella de carbono y reportarla, buscar que
alguien
la verifique, etc.
Pero a veces, me da la sensación que el tema del
cambio climático es algo distante en el tiempo,
como que todavía no le quita el sueño
a los estrategas de las corporaciones. También
es un tema que está en constante evolución,
ya que todos estos temas vinculados a sustentabilidad
están en
pleno desarrollo. En general, depende de con quién
hables: gerente general, responsable de relaciones
corporativas, presidente de una compañía,
etc., van a tener una visión u otra. Pero,
sí se encuentran
personas que están muy comprometidas y quieren
alinear toda su estrategia de negocio anticipándose
a los riesgos inherentes a las contingencias del
cambio climático.
Sin embargo, otras personas no lo ven como algo que
pueda impactar de manera inmediata, a corto o mediano
plazo,
en su estado de resultados.
Este compromiso sobre los temas ambientales
¿los podés analizar de acuerdo al tipo de empresa
o son independientes? ¿Hay rubros
que están
más predispuestos a tomar los temas con más
responsabilidad, depende de la persona o de la empresa
misma?
A veces depende del insumo estratégico
del cual depende la organización para su subsistencia.
Hay empresas que tienen como insumo estratégico,
por ejemplo, el agua y por consiguiente comienzan a estar
preocupadas
por asegurar la continuidad de acceso a ese recurso.
Otras que dependen estrictamente del suministro de energía
eléctrica y hay ciertas contingencias nacionales
que les preocupan. Digamos que llegan así a
las energías renovables o al autoabastecimiento,
no por una conciencia respecto de reducir la generación
de emisiones, sino por una cuestión estratégica
de no parar sus operaciones por corte de suministro.
¿En ese sentido cómo ves la
situación del uso de la naturaleza como
recurso económico? O sea, que la empresa
obtenga beneficios con la naturaleza, ¿aumenta
su predisposición a protegerla?
Creo que tendría que haber sin lugar a dudas
una relación. Lamentablemente, todavía
los servicios que ofrecen los ecosistemas no están
económicamente
valorados. Creo que deberían estar cuantificados
para poder recibir beneficios vinculados –sobre
todo en el caso de impuestos– cuando uno
tiene una determinada performance que asegura la
sustentabilidad del recurso
al cual está accediendo.
En ese sentido, en tus asesoramientos ¿manifestás
que tratar bien al medioambiente es una obligación
de la empresa o crees que tendría que haber
incentivos para que la empresa cambie su cultura
y llegue a mejorar
su relación con la naturaleza?
Nosotros, de las opciones que vos nombraste,
en realidad usamos una diferente, que viene por
el lado
de la ventaja
competitiva de anticiparse desarrollando aquellas
estrategias que puedan mitigar los riesgos inherentes
a escasez
de recursos, las contingencias que pueden tener
los impactos
del cambio climático y, sobre todo, que
muchos países
o bloques de países comienzan a tener determinada
legislación que podría implicar trabas
de acceso a sus mercados, para compañías
que nosotros asesoramos a nivel Latinoamérica.
Entonces, la ventaja competitiva es evitar la pérdida
de mercados por no cumplir con determinadas normas
exigidas por los
países importadores, o por la presión
ejercida por los consumidores. Ser responsables
con el cuidado del
ambiente, además de un tema moral, debería
ser considerado como una decisión estratégica
para la supervivencia del propio negocio.
En tu actividad profesional actual, das asesoramiento
sobre sustentabilidad, en definitiva ¿qué es
lo que te requieren las empresas como asesoramiento? ¿Tienen
claro el concepto de sustentabilidad o vienen
con una idea muy global y ustedes tienen que
encausarlos?
Vienen con una idea muy global o vienen con
una idea muy puntual. Existe la empresa que llama
porque
entiende
que necesita hacer algo pero no sabe muy bien
qué y
no distingue los temas. También tenés aquella
persona que te llama puntualmente porque quiere volverse
más eficiente en el uso de energía por unidad
de producción, y uno aprovecha y entra por ahí,
hablando de ese tema, pero después lo llevamos del árbol
a que vea el bosque completo respecto del paraguas
de la sustentabilidad.
Quienes estamos trabajando desde hace tiempo
en estos temas sabemos que una empresa adquiere
la cultura
de
la sustentabilidad cuando la orden viene de
arriba para abajo. ¿En
general las empresas, sobre todo las que operan en Argentina,
cuando le vienen a pedir un requerimiento, el mismo tiene
su origen en la cabeza de la pirámide jerárquica
o o viene de abajo y ustedes empiezan a subir? ¿Cómo
es el proceso?
Hay veces que tenemos la fortuna de encontrarnos
con empresas cuya cabeza de la organización está totalmente
comprometida, lo ve y tiene un efecto “derrame” en
el resto de la organización. Pero nos ha pasado
de, por ejemplo, trabajar con una organización que
agrupa a otras organizaciones y fueron las organizaciones
de abajo las que presionaron a la organización madre
para que empiece a hacer algo. O sea que ahí fue
al revés.
Si tuvieras que dar una recomendación
a los gobiernos o a los funcionarios públicos, ¿qué crees
que es lo más importante que tendría que
hacer el Estado? ¿generar más normas? ¿tener
más controles? o ¿hacer procesos educativos
a nivel empresario para convencerlos o alguna otra cosa?
Lo primero sería voluntad política. Voluntad
política no del discurso, sino desde las reglas
de juego o salir al encuentro de las organizaciones para
ayudarlas a transitar un camino diferente al que están
siguiendo en la actualidad. Voluntad política sería
lo más importante y después educación.
Creo que sigue habiendo un gran desconocimiento de estos
temas. Es fundamental el aspecto educativo y las reglas
de juego claras que involucren a las organizaciones que
acceden a ellas, y que obtengan determinados beneficios,
sobre todo desde el punto de vista económico.
¿Incentivos diríamos?
Sí.
Hoy en la Argentina hay algunas actividades
que están
siendo fuertemente atacadas por la opinión pública.
La minería es una de ellas, los agroquímicos
es otra ¿Cómo ves estas campañas,
que tienen bastante repercusión a nivel mediático
crees que cuentan con el suficiente soporte técnico?
Como campaña para instalar un tema podría
decirse que son efectivas. Sin embargo, si carecen de un
sustento técnico adecuado, aportan más a
la confusión que a tratar de lograr una relación
positiva entre estas organizaciones y el entorno, y que
el entorno también ayude a que estas organizaciones
puedan modificar su dinámica.
¿Ustedes cuentan con metodologías
o asesoramientos en ese sentido?
Nosotros tenemos metodologías propias. Deloitte
es una organización global donde distintas oficinas
han ido desarrollando desde mapas de creación de
valor sostenible, hasta una serie de indicadores para poder
evaluar el estado de una empresa en cuanto a su desempeño
ambiental, económico y social. También nos
apoyamos en muchas normas y procedimientos de otras organizaciones
porque ya están aceptadas por el mercado o ya tienen
determinado impacto en la comunidad que resulta beneficioso
para que la organización lo tome de manera más
acelerada.
Aquellas empresas que son críticas por el uso
de recursos naturales tanto renovables
como no renovables, ¿hasta
qué punto se preocupan del mantenimiento
de su recurso o no están más
preocupadas en obtener beneficios en
el corto plazo y
el largo plazo las
tiene sin cuidado?
Hay empresas que, de alguna manera,
están agobiadas
por el corto plazo y no pueden ver más allá de
una determinada cantidad de meses. Pero también
hay otras que teniendo un recurso fundamentalmente estratégico
para poder sobrevivir en el tiempo, en realidad no les
queda otra, y descubren que hay beneficios económicos
detrás de implementar determinadas estrategias más
allá de asegurar la sustentabilidad del recurso.
Entonces, pueden seguir una determinada tendencia en sus
decisiones estratégicas y tomar estos
temas con mayor conciencia.
Planteado de esta manera ¿son empresas
o son empresarios o son directivos de empresas los que
tienen
estas diferentes actitudes? No es
para personalizar, es simplemente para tratar de identificar
ese cambio cultural,
ya que me podrías decir: “No,
resulta que las empresas obedecen
directivas de sus casas matrices
que tienen esto muy asumido y están
mirando el largo plazo y hay otras
que no son de ese tipo, que no tienen
una visión de largo plazo".
Lo que nos interesa reflejar es si
estamos yendo
por el camino del
cambio cultural o
no.
Cuando hablo a lo largo de la
entrevista de la empresa, para mí
es indivisible
la organización de la persona,
o sea una organización es
un conjunto de personas asociadas
detrás de un determinado fin,
así sea
una persona la que logró de
a poco empezar a modificar la cultura
de la organización, uno
con el tiempo ve el reflejo del cambio
organizacional.
Tal vez, la inquietud es impulsada
por una persona, esa persona comienza
a influir
en
su entorno,
pero después
uno ve que es la sumatoria de personas las que hacen el
cambio dentro de una organización, y finalmente
uno comienza a ver un cambio en las estrategias de la organización
en general.
En función a todo lo que me comentaste
y en lo que vos estás trabajando ¿Cómo
ves el futuro en los temas ambientales en los próximos
veinte o treinta años? ¿Qué te
imaginás?
Me imagino una enorme incertidumbre.
No quiero sonar tremendista, pero
a veces uno,
por estar
inmerso en estos
temas, la información a la cual accede dista bastante
de ser esperanzadora sino se corrigen de manera radical
las actuales tendencias. Pero si no tuviera esperanza tampoco
me dedicaría a esto. Me preocupa el futuro. Me da
la sensación que todo lo que los científicos
han intentado predecir, a través de diferentes modelos,
se está dando con mayor velocidad y no veo una capacidad
de respuesta de las organizaciones acorde a lo vertiginoso
de los cambios, de la velocidad y eso sí me
preocupa.
Cuando decís que no ves una capacidad ¿es
una capacidad, es una decisión o es una no visión
del futuro en ese sentido? Capacidad, en última
instancia me da la sensación que tienen, porque
capacidad técnica y capacidad
financiera existe. El problema es
una forma de tomar
decisiones o no.
Creo que es un poco de cada cosa,
porque a veces no es tan fácil
corregir rápidamente el rumbo
de una determinada organización,
sobretodo dependiendo sólo
de la voluntad de cambio en la cabeza
de la organización. Recordemos
que en una mirada sistémica
abarca la organización, su
cadena de proveedores hacia abajo
y los consumidores hacia arriba. ¿Qué tiene
que cambiar primero el consumidor
o la organización?
Ambos, y noto que todavía
hay cierta lentitud en la capacidad
de empezar a corregir
los rumbos.
Evidentemente que la demanda
desde el punto de vista de la empresa
es
fundamental, porque
es el
consumidor el que le está diciendo: “bueno,
yo quiero consumir esto”. Pero
en la época actual, donde
la empresa también puede inducir
a sus consumidores –a
través de la publicidad, de
la promoción,
etc.– a comprar distintos
tipos de productos. ¿No
crees que también puede generar
un cambio si está predispuesta a
hacerlo?
¿Sabés por qué te hago esta reflexión
sobre la lentitud con que las cosas están modificándose?
Por los resultados de la última cumbre en Copenhaguen.
Es tan complejo el tema y se está tornando tan político
respecto a los intereses que están en juego, que
termina dando una señal de lentitud y, a veces,
un mensaje ciertamente desesperanzador para las organizaciones.
Si voy al timón de una organización y veo
que los políticos que me representan no logran ponerse
de acuerdo y tampoco hay reglas muy claras, tengo que tener
una conciencia sobre estos temas muy fuerte y valores muy
bien cimentados para empezar a corregir el timón
más allá de los acuerdos que se logren consensuar
a nivel internacional, que después deriven en determinadas
reglas de juego que van a hacer que la organización
modifique su curso, salvo que descubra las ventajas competitivas
existentes detrás de la implementación de
estrategias ambientales, económicas
y sociales para la empresa.
Sin duda, pero mi pregunta apunta
también a
que, si mirás para atrás
quince años o veinte
años, la evolución
que ha tenido el sector empresario
en asumir los temas medioambientales ¿lo
ves como un proceso que fue muy
lento, mediano o rápido?
No en función a las necesidades
de la naturaleza sino en función
al esquema de las organizaciones.
No, lento.
O sea que crees
que las organizaciones podrían haber tenido más
velocidad en asumir estos temas.
Me da la sensación que estos temas van entrando
de a poco, o sea, la definición más conocida
de desarrollo sostenible existe desde 1987 ¿Cuánto
tiempo ya? La cumbre de Río
fue en el 92.
Es cierto que si lo medís haciendo una comparación
entre estos temas de medioambiente y la adaptación
de la tecnología, la velocidad
no tiene nada que ver.
No hay forma de hacer un
paralelo.
Evidentemente que no. Mencionabas,
al principio de esta conversación,
que la naturaleza tendría
que significarles a las empresas
algún resultado positivo,
porque no cabe duda que hubieran
ido muchísimo más
rápido.
Justamente, lo que decís respecto de la velocidad
del avance tecnológico. Me parece perfecto que avance
a toda velocidad la tecnología porque brinda además
un montón de soluciones para el tema ambiental,
pero si nuestro cambio mental no se modifica con la misma
velocidad, tenemos las herramientas, pero muy bien no sabemos
cómo utilizarlas porque
seguimos sin repensar nuestra manera
de actuar,
de hacer
negocios, de
relacionarnos con
el entorno, etc.
Yo te diría que uno de los impedimentos más
grandes que tiene el ser humano es la resistencia al cambio
y esta no es la excepción.
Hay mucho miedo. Cuesta
salir de una zona de confort,
de lo
que estamos
acostumbrados
a hacer
como negocio
y la manera en que lo hacemos.
No solamente por eso.
De alguna manera, las empresas
todavía, esto es una opinión personal, tienen
la sensación de que todo el tema ambiental es un
costo más que un beneficio o, aunque sea un beneficio
para el futuro, hoy en día lo tienen asumido como
un costo y no están dispuestas a incorporar ese
costo dentro de su organización. Las que lo han
hecho se dan cuenta que rápidamente
llegan los beneficios.
En seguida se transforma
en una ventaja competitiva.
Ventaja competitiva,
reducción de costo, mayor
eficiencia, mayor productividad, bueno hay una cantidad
de cosas, pero tienen que hacerlo para darse cuenta y algunas
no están dispuestas a arriesgarse. Bueno, ya para
terminar algún
comentario que quieras
agregar, algo que no
te pregunté.
No, te agradezco
el espacio para poder
compartir
los
puntos de vista
que uno tiene,
que surgen
del día
a día de encontrarse con las organizaciones y poner
estos temas sobre la mesa y ver las distintas reacciones
de las personas que están
al mando de las empresas.
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